Hola, mi nombre es Sue Baer. Gracias por unirte hoy a esta sesión sobre el tema La repetición es valiosa.
Creo que cada niño es capaz de tocar su instrumento a un nivel muy alto. Si has estado involucrado de alguna manera con el método Suzuki, estoy segura de que has evidenciado que esto es cierto. El desarrollo de esa habilidad depende en gran medida de cuánto tiempo se dedica uno a nutrirla y con qué eficacia se utiliza ese tiempo.
La Filosofía Suzuki se basa en la idea de que aprendemos a tocar un instrumento musical de la misma manera en que aprendemos nuestra lengua materna. Un niño aprende una palabra escuchando a los adultos a su alrededor repitiéndola en una conversación. Una vez que el niño pronuncia esa palabra por primera vez, la repite una y otra vez. Con cada repetición, la palabra se pronuncia con más claridad y confianza, hasta que se la puede usar en una frase, luego en una oración y luego en una conversación completa. Más tarde, el niño la conjugará y la usará en varios tiempos gramaticales. A continuación el niño aprenderá a reconocer esa palabra en su forma escrita y posteriormente escribirá la palabra. El niño eventualmente será un experto en interpretar esa palabra y usarla en varios contextos. Lo mismo sucede en la música. Cada nuevo concepto se escucha en el contexto de la pieza varias veces al día al escuchar el CD. Se explora el concepto durante la clase individual y luego se lo refuerza mediante la repetición en casa.
Suzuki dijo, “El conocimiento, más 10.000 veces, es habilidad”. Esto significa que cuando sales de tu clase, tienes la habilidad. Las repeticiones en casa te ayudan a dominar esa habilidad. Solo después de un dominio completo podrás usar la habilidad en el contexto de una frase o una pieza completa. Si el concepto se domina a profundidad, uno puede aplicarlo en el contexto de otra pieza, o utilizarlo como base para desarrollar un concepto similar pero de mayor dificultad.
El dominio de las habilidades en todos los niveles es esencial. Es como construir un edificio. Si se cortan esquinas en cualquier punto del proceso de construcción, la solidez de toda la estructura se ve comprometida. Es por eso que toma tanto tiempo aprender Estrellita. Queremos establecer una base realmente sólida para desarrollar habilidades más difíciles progresivamente.
En su libro “Las Claves del Talento” (2009), Daniel Coyle cita investigaciones recientes que comprueban que las afirmaciones del Dr. Suzuki sobre las repeticiones son ciertas. En el cerebro, cada vez que se realiza una tarea, las vías nerviosas que convergen para realizar esa tarea se envuelven en una capa de algo llamado mielina. Cada envoltura de mielina permite que la tarea específica se realice más rápido y con mayor facilidad. Sin embargo, simplemente repitiendo la tarea sin pensar muchas veces no es suficiente. Debes dar hasta el máximo de tu capacidad, haciendo un esfuerzo sistemático por mejorar en cada paso.
En teoría, estoy segura de que todos pueden estar de acuerdo en que la repetición conduce al dominio. El problema es que hacer 20 o 50 o 100 o 10,000 repeticiones puede ser tedioso. Va en contra de nuestra naturaleza creativa y expresiva el comportarnos como trabajadores de fábricas conectando la misma parte una y otra vez. ¿Cómo se puede esperar que acatemos ese trabajo pesado día tras día?
Mi objetivo hoy es explorar algunas formas que pueden hacer que la repetición sea más fácil y divertida, pero efectiva.
Imaginemos que un profesor da como tarea a su estudiante aprender un pasaje de una nueva pieza. Después de darle una primera revisión, te das cuenta de que hay varios problemas qué abordar: una nota que no se tocó, algunas notas desafinadas, ritmo inexacto, un tono “escurridizo”, un crescendo perdido, una digitación curiosa. Puede ser bastante abrumador intentar corregir todo a medida que se repite todo el pasaje.
Es mucho mejor tener un enfoque más sistemático para dominar el pasaje dividiendo pequeñas unidades de práctica que abordan solo un problema a la vez. De hecho, encontrarás que las unidades de práctica más efectivas no suenan mucho como la pieza de la que fueron tomadas.
A veces encontrarás que incluso si limitas tus repeticiones a unidades pequeñas, todavía habrá varios problemas qué enfrentar. Por ejemplo, puedes encontrarte con un punto que está desafinado y rítmicamente inestable. En esta situación, podemos diseñar una manera de practicar que logre poder resolver un problema a la vez. Comenzaremos con la entonación. Para enfocarme en la entonación precisa de cada nota, eliminaré los problemas rítmicos y de arcadas y tocaré el legato; de esta manera tengo suficiente tiempo para evaluar cada nota. Repitiendo este pasaje muchas veces, entrenaré mis dedos para que caigan en el mismo lugar cada vez que toco este pasaje, y cualquier pasaje similar que pueda encontrar en el futuro. También entrenaré mi oído para escuchar con más precisión, volviéndome más y más sensible a mis nuevas variaciones de tono. Memorizaré el pasaje.
Una vez que esté afinado durante varias repeticiones seguidas, me esforzaré hasta el límite de mi capacidad aumentando gradualmente la velocidad. La mielina se vuelve más gruesa y las notas se vuelven más fáciles.
También podría diseñar una unidad de práctica para abordar el problema con las arcadas al eliminar otros factores y tocar en un solo sonido o en la cuerda del aire
Podría aplicar más capas de mielina y probar el dominio de esta arcada aplicándola a una pieza que ya conozco; por ejemplo, “Estrellita”.
A continuación puedo seguir el mismo procedimiento para trabajar el ritmo del pasaje.
Puedo enfocarme en el cambio de cuerdas añadiendo ese concepto al ejercicio anterior.
Listo. He diseñado cuatro unidades de práctica distintas para abordar cuatro puntos de dificultad en este pasaje corto. Ahora estoy lista para juntar todo. Este pasaje es preciso (accurate). Luego de haber repetido esta serie de ejercicios durante varios días, el pasaje estará sólido. En pocas semanas, tocar el pasaje resultará fácil. Estaré lista para tocarlo en grupo. Después de revisar la pieza completa por varias semanas o meses, posiblemente la habré dominado hasta un nivel en el cual esté lista para tocarla en un recital como solista.
Te darás cuenta que las unidades de práctica no son iguales. ¿Has escuchado el dicho “Los aficionados practican hasta que lo hacen bien. Los profesionales practican hasta que no lo hacen mal”?. El grado de dificultad de la unidad de práctica determinará si necesitas 1.000 o 10.000 repeticiones hasta llegar al punto en el cual no tocarás de forma incorrecta. Recuerda, no tienes que hacer todas las repeticiones en un solo día. De hecho, las repeticiones serán más efectivas si las separas en un período de tiempo. La repetición por sí sola no va a resolver todos tus problemas. Después de todo, si una unidad de práctica es repetida muchas veces de manera incorrecta o con técnica pobre, lo único que se logrará es reforzar la técnica pobre. Por ello necesitamos examinar la importancia de evaluar la calidad de cada repetición. La mejor práctica es aquella en la cual podemos responder Sí o No a una pregunta. Por ejemplo: ¿Estuvo afinado el Fa sostenido? ¿Las octavas estuvieron parejas? ¿La arcada estuvo bien hecha? ¿El paso a la nueva posición fue inaudible? ¿El arco se interpuso? ¿Tu meñique se mantuvo curvo?
Por lo tanto, con esta manera de diseñar unidades de práctica, se pueden lograr muchas repeticiones en un período corto de tiempo y con retroalimentación frecuente. Si nos referimos una vez más a nuestro ejemplo de la Danza de las Brujas, ¿nuestro Re sostenido está lo suficientemente alto? Si el número de respuestas con No es mayor al número de respuestas con Sí, probablemente necesitarás simplificar la unidad de práctica, utilizando quizás menos notas.
Es una buena idea dar al estudiante la responsabilidad de evaluar cada repetición. Esto lo ayudará a prestar más atención a cómo realizar la tarea de manera correcta; además le ayudará a sentirse más involucrado en la actividad. También aportará a que tú –el profesor– determines si el estudiante ha entendido claramente el concepto.
Finalmente, establecer un hábito de práctica como éste dará al estudiante un sentido de autonomía y confianza para que poco a poco pueda practicar de manera independiente.
Me gustaría proporcionar algunas ideas sobre cómo se pueden lograr repeticiones de una manera divertida. Siéntanse libres de cambiar las reglas de los juegos para que el nivel de complejidad y el número de repeticiones sean adecuados a la edad y a la capacidad de atención de cada uno de sus estudiantes.
Una primera actividad es utilizar un dado. Puedes elegir el número de dados que quieras rodar, y sumar el número de puntos de los dados. Yo siempre procuro que salga un número alto. También puedes utilizar un mazo de cartas, elegir una y el número de la carta determinará el número de repeticiones. Puedes sacar todas las cartas con números bajos, o puedes hacer que los números bajos tengan algo especial. Por ejemplo, cada As equivale a 20 puntos. O si sacas un dos, se pueden sumar las dos siguientes cartas. O si sacas un tres, se triplicará el número de la siguiente carta que saques. Se pueden también utilizar vasos y canicas, o algún tipo de marcador. Se puede iniciar con 8 o más canicas en un vaso, y si la respuesta a la pregunta es Sí, se quita una canica del vaso y se lo coloca en otro. Si la respuesta es No, la canica se queda en el vaso donde estaba inicialmente.
Otra cosa que puedes hacer es poner líneas en el suelo. Me gusta usar sorbetes. Por cada repetición bien hecha, los estudiantes avanzan una línea, y si lo hacen incorrectamente, retroceden una línea. Si quieres que realmente sea significativo, se puede volver al principio otra vez si se toca la repetición de manera incorrecta.
Espero que estas actividades te brinden algunas ideas sobre cómo incorporar la repetición de unidades en tu práctica diaria. Estoy seguro de que notarás una mejora en la velocidad con la que tu estudiante aprende una pieza, así como también una mejora en la calidad y la confianza.
Te dejaré con algunas palabras sabias de Aristóteles. “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito”.
¡Feliz práctica! ¡Feliz práctica! ¡Feliz práctica!
Traducizo por Andrea Raza