Imagine la siguiente situación: Usted ha estado trabajando en un proyecto de investigación en el trabajo por un tiempo y presenta sus hallazgos a los jefes del departamento, incluyendo a su supervisor, antes de presentarlos al consejo a fin de mes. Usted conoce bien el tema y se siente seguro sobre el contenido del trabajo, pero ha estado distraído por problemas en casa recientemente y su presentación carece de la fluidez que suele proyectar. Su supervisor reacciona en una de tres maneras:
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“Bueno, eso fue un desastre. La parte tecnológica se vio muy torpe, sus diapositivas tuvieron varios errores de ortografía, usted dudó y dijo ‘em’ 27 veces según mi cuenta. Este tipo de descuido es inaceptable”. Usted podría sentir que su supervisor ni reconoció ni apreció el esfuerzo que puso en la investigación. Peor aún, podría sentir que su supervisor no le valora como empleado o como persona.
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”Excelente trabajo! Esta fue la mejor presentación que he visto en años, tenemos suerte de tenerte en el equipo”. Su supervisor le está dando un cumplido que sabe que es exagerado e injustificado. Usted podría pensar, “ Siquiera ha prestado atención?” Es más, si su esfuerzo mediocre provoca esa respuesta, para que esforzarse más en el futuro?
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“Sé que usted ha tenido varias complicaciones en casa últimamente y realmente aprecio que tome el tiempo para hacer esta investigación. Los datos son impresionantes y la metodología es sólida. Usted elaboró las preguntas de la encuesta de tal manera que no haya lugar para respuestas parcializadas. Sus hallazgos me llevan a considerar otro punto de vista. ¿Qué puedo hacer para ayudarle a pulir la presentación antes de la reunión con la junta directiva?” Su supervisor reconoce que usted es un ser humano y que su trabajo es parte de su vida pero no lo es toda su vida. Su supervisor enumera aspectos específicos de su presentación que tuvieron éxito. Quiere y está dispuesto a ayudarle para hacer el mejor trabajo que pueda.
Como maestros y como padres de práctica, sabemos que el tipo de retroalimentación que ofrecemos afecta profundamente el ambiente de la lección o de la sesión de práctica y como toca el alumno. Somos conscientes de que mucha retroalimentación negativa, como en el ejemplo 1, puede ser extremadamente perjudicial. Por eso tratamos de elegir nuestras palabras cuidadosamente para que la retroalimentación sea constructiva pero no negativa. También reconocemos que los estudiantes necesitan saber que su esfuerzo vale la pena y que un comentario que reconozca un comportamiento deseado puede ser mucho más poderoso que un comentario que busca corregir un comportamiento no deseado. Sin embargo, lo que a veces puede sorprendernos es cuando, a pesar de nuestras mejores intenciones, nuestra retroalimentación positiva resulta destructiva. A veces, un cumplido resulta en un esfuerzo reducido o baja el autoestima. A veces, una recompensa puede llevar a un niño a no querer volver a intentarlo.
Aquí hay algunas ideas sobre cómo podemos usar la retroalimentación positiva en formas que promueven el aprendizaje en lugar de dificultarlo:
Sé específico Todos hacemos comentarios muy vagos de vez en cuando. “Buen trabajo” o “Eso realmente sonaba hermoso”. Con moderación, creo que tales comentarios no perjudican, pero cuando se emplean de manera exclusiva o incluso a menudo, dejan de tener sentido. En la medida de lo posible, comente sobre un comportamiento específico, especialmente si el comportamiento está vinculado a un punto de enseñanza en el que desea que el niño se enfoque. “Noté que tu arco permaneció en la carretera todo el tiempo, y eso realmente hizo que el sonido saliera grande y resonante”.
Di la verdad Cuando haces una declaración como “Creo que eres el mejor violonchelista del mundo”, lo que quieres decir es: “Eres mi hijo y te amo y estoy orgulloso de ti, así que para mí eres el mejor violonchelista del mundo”. Lo que su niño oye es: “Suenas mejor que Yo-Yo Ma”. Los niños tienen oídos. Se dan cuenta que no es cierto. Es mejor usar comentarios verdaderos.
Quita al niño de la ecuación Es decir, trata de ni darle crédito ni culpar al niño. Esto puede parecer bastante obvio cuando se trata de retroalimentación correctiva. En lugar de decir, “Tocaste eso desafinado”, que es un ataque contra el niño, probablemente diríamos algo así como, “El fa sostenido tiene que ser un poco más alto”. Los cumplidos también pueden ser problemáticos, cuando dan crédito al niño por un resultado en particular. “Tocaste eso afinado”, también podría sentirse como un ataque, porque implica que es raro que toque afinado. Mientras que “ahora ese fa sostenido estuvo más alto y cayó en su sitio”, simplemente llama la atención a lo que debe seguir sucediendo en el futuro para que el fa sostenido siga saliendo afinado.
Concéntrese en el esfuerzo y en el proceso más que en el resultado El experto en educación, Alfie Kohn, tiene mucho que decir sobre el efecto inhibitorio que las alabanzas pueden tener sobre el aprendizaje real. Los sistemas de calificación, los estándares del currículo y las calificaciones de los exámenes, que vinculan el valor de una acción con los resultados, pueden ser perjudiciales de varias maneras significativas. Imponen una línea de tiempo. Un alumno de tercer grado que lee en un nivel de uno de segundo grado todavía puede convertirse en un adulto altamente alfabetizado que habla y escribe de forma articulada y que ama la literatura. Sin embargo, si se le dice a un alumno de tercer grado que sólo lee en un nivel de segundo grado, él podría asumir que no es inteligente y que nunca será capaz de leer. Establecen metas, que se convierten en límites: un estudiante que saca una A a pesar de hacer muy poco esfuerzo podría concluir que no tiene sentido trabajar más duro. A veces castigan el esfuerzo: un estudiante que saca una D a pesar de hacer un esfuerzo considerable y aprender mucho podría concluir que no es lo suficientemente bueno o lo suficientemente inteligente como para lograr mejor y que no tenía sentido trabajar tan duro.
Al final, el proceso es lo más importante, no el resultado. Usted no puso a su hija en lecciones de violín para que ella pudiera convertirse en la siguiente Midori, sino porque usted quiere que ella entienda que con consistencia y disciplina, puede desarrollar una habilidad hasta el punto de excelencia. Usted quiere que desarrolle una sensibilidad estética y atención al detalle, que sea una colaboradora valiosa, que sepa comunicarse con eficiencia, y que sea un aprendiz dedicado. Por lo tanto, en lugar de elogiar los resultados, debemos alentar el esfuerzo. Por ejemplo, “Ahora practicas ese compas 20 veces, teniendo cuidado de mantener los dedos redondos. Si continúas trabajando de esa manera, con el tiempo tus dedos empezarán a estar redondos en todo lo que tocas y ni siquiera tendrás que pensar en ello”. O, “Pude ver que de verdad te detienes y piensas en hacer este cambio con cada intento. Es una gran manera de progresar”. O, “Este lugar nuevo es muy difícil y puedo ver que estás frustrado, estoy orgulloso de ti por seguir intentándolo”.
Observe objetivamente y describa Repito, cuando evaluamos un comportamiento, le damos un elemento de “suficiencia”. “Fue lo suficientemente bueno”, o “No fue lo suficientemente bueno”. A menudo, es mejor simplemente observar y describir. “Tu arco estuvo recto todo el tiempo”. “Movimiento Perpetuo tuvo un pulso lento y constante y lo tocaste staccato de principio a fin.” Comenta la cualidad deseable demostrada. “Tu arco estuvo recto todo el tiempo, eso realmente muestra control”. “Se necesita mucha paciencia para mantener un pulso constante en Movimiento Perpetuo de esa manera”. Empatiza: en nuestra situación hipotética anterior sobre la presentación en el trabajo, el supervisor que responde con retroalimentación positiva específica también reconoce que los factores en la vida personal del empleado han añadido un nivel de dificultad al proyecto. Es importante dar a los estudiantes la libertad de cometer errores, y una manera poderosa de hacerlo es reconocer que la tarea que nos toca es realmente difícil. Por ejemplo, “Debe haber sido difícil seguir concentrándote cuando se escuchó el carrito de helado afuera.” Finalmente, cuando todo lo demás falla, un abrazo y un “Te quiero” pueden valer mucho.
Está bien si de vez en cuando usted ofrece un comentario que resulta ser contraproducente. Nadie es perfecto. Para mi es probablemente una ocurrencia semanal que pienso en camino a casa, “Había una mejor manera de decir X”, o “Me gustaría haber comentado sobre Y.” Pero si empiezas a estar más consciente de las palabras que eliges durante la práctica y de los comentarios que haces, entonces estás en el camino correcto.
Traducido por Angela Thompson