Traducido por Melissa Olazával

Durante dos semanas este verano, enseñé dos clases (una para adultos y una para familias) sobre músicos y compositores clásicos negros. Fue mi forma de traer esperanza y compartir conocimiento histórico mientras las protestas hacia los asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor se extendieron en el país y alrededor del mundo. Además, la pandemia me mantuvo estacionada por demasiado tiempo. Me cansé de estar enojada, deprimida y de sentirme inútil. Dado que yo enseñé este tema el pasado octubre a alumnos educados en el hogar, no sabía qué esperar en este momento. ¿Estarán las personas abiertas a este tema? ¿Estaré aumentando gasolina al ya existente fuego de las frustraciones raciales? Imaginen mi sorpresa cuando 26 familias y 56 adultos (incluyendo a un miembro de la facultad de Juilliard) se inscribieron para mi clase.

Yo comencé el violín a los 3 años con el Método Suzuki de violín, y he pasado la mayoría de mi vida musical siendo la única violinista afro descendiente y luego una de los pocos, es algo a lo que aún no me acostumbro. Realmente no se siente natural para mí. Yo sabía en el fondo de mi corazón, que había más músicos que se parecían a mí en este campo. Yo los conocí, hablé con ellos, toqué con ellos, los animé, los apoyé. Pero cuando estoy sentada en la orquesta local, de nuevo soy la única música titulada. Durante mi clase, muy pocos profesores, directores de música, directores de orquesta, o padres conocían a algún otro músico clásico negro. Cuando les pregunté por qué me escogieron como su profesora, un estudiante simplemente dijo: “Yo quería escuchar esta historia desde una persona negra; una mujer negra” Esto me reafirmó en áreas de mi alma que ni yo pensaba que necesitaban ser afirmadas. Me he acostumbrado tanto a ser invisible, ese momento crucial me mostró que mi presencia importaba. Mi voz importaba.

Antes de que parezca que solo quiero alardear, déjenme explicar. Mi primera experiencia orquestal comenzó a la temprana edad de nueve años. Aún lo recuerdo como si fuera ayer, porque una de las piezas en el programa era Eine kleine Nachtmusik de Mozart y yo toqué la asombrosa parte armónica y rítmica del segundo violín. Es una de mis piezas favoritas para tocar hasta el día de hoy. Y aun así, en todos mis años como violinista, profesora, música integrante de una sinfónica, freelancer, muy pocas veces se me ha preguntado mi perspectiva, opinión, pericia o cualquier cosa relacionada a la música clásica, ni siquiera a mi experiencia cultural como música clásica afro descendiente. Cuento con dos grados en interpretación del violín en un conservatorio de alta reputación. He estudiado el mismo repertorio que mis colegas, he audicionado para orquestas y he ingresado al igual que mis colegas, me he sacrificado, he trabajado duro, me he ganado un lugar en este campo y aun así era como si yo fuera invisible. ¿Tenía mucho para decir? ¡Por supuesto! Eventualmente llegué a un punto en el que sólo me sentaba y decidía enfocarme en la música. De todas formas ¿no era eso de lo que se trataba? ¿La música?

Una de las alumnas que tomó mi clase sobre compositores clásicos y músicos negros es una violinista descendiente africana de 14 años. Dado que ella era la alumna más joven en una clase de adultos se le preguntó sobre su experiencia tocando en la orquesta sinfónica juvenil de su localidad. Ella compartió cómo los otros niños se burlaban de su cabello diciendo que era demasiado grande, se sentía sola y no sentía que ella pertenecía allí. Ella sentía que sus amigos no entendían su amor por la música clásica aún cuando ella había invertido tiempo en educarlos al respecto. Ocurrió entonces un momento hermoso cuando los adultos compartieron palabras de aliento. La reconocieron, le dijeron que ella importaba en este campo. Otro alumno proveniente del Reino Unido, dijo: Un día, otra muchacha negra te verá en el escenario y se dirá a sí misma, “¡Yo también puedo!”.¿Nunca has amado mucho algo o has estado apasionado sobre alguna cosa pero no veías la representación o no sentías que tu presencia importaba, pero una vez que lo hiciste, se encendió un fuego en ti como un sí, no estoy sola? ¿El ver a esa persona te dio un sentido sobre lo que era posible para ti? ¿Causó que sintieras que eras capaz de escalar una montaña, sobrellevar un obstáculo, o te dio ese sentimiento de “nada es imposible para mí”? Puede que nunca hayas sentido el dolor que trae la falta de representación en lo que se relaciona a tu raza o etnicidad, pero tal vez sí lo hayas sentido porque tu pasión te ha llevado a ser parte en un área dominada por varones, o un campo con poca apertura para personas con necesidades especiales, o un área en la que tener un problema de aprendizaje te haría resaltar. Nadie debería sentirse como si su presencia no importara o no es bienvenida.

Fuimos creados para importar, para pertenecer, para sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos. Esta sensación de comunidad ayuda a las personas a tener un sentido de la identidad profundo. Espero que cuando un niño o niña – un niño negro o una niña negra- me ve en el escenario, se vea a sí mismo en mí. Como profesores y educadores, es nuestro trabajo hacer que los niños sean vistos y escuchados – todas las niñas y todos los niños – usando nuestra mayor habilidad.

Durante mi clase, incluí un artículo sobre Leyendas Vivientes, en el cual resalté a los músicos clásicos y compositores afro descendientes quienes están vivos hoy en día y han escogido la música clásica como su carrera de elección. Hay músicos titulados como Anthony McGill, el primer clarinetista principal negro de la Filarmónica de Nueva York, Joseph Conyers, bajista principal asociado de la orquesta de Philadelphia, y Monica Ellis, fagotista y miembro fundador del quinteto de vientos Imani Winds, nominados al Grammy, por mencionar algunos. Estas personas son un ejemplo para inspirar, alentar, educar, y motivar el cambio. Estamos aquí y nuestra presencia importa. No nos estamos escondiendo. Hemos estado aquí todo el tiempo haciendo exactamente las mismas cosas que ustedes han estado haciendo.

Ahora es el momento de ser el cambio que queremos. Esperar a que el cambio suceda naturalmente solo arriesgará que las cosas se mantengan igual. Estamos donde estamos ahora, en términos de relaciones raciales en este país, porque algunas personas quisieron que las cosas se mantengan igual. La lucha por la igualdad es todavía una pelea en progreso aún en la música clásica, pero es una necesidad.

Si tú eres un profesor Suzuki que está listo para ser el cambio que quieres ver porque realmente crees que es importante para esta generación de músicos clásicos y la que sigue, aquí hay cinco consejos que compartí con la profesora de violín y miembro de la SAA Ashley Rescot en su blog, Genes Musicales, sobre maneras en las que la comunidad de la música clásica pueda integrar mejor a compositores y músicos negros en nuestro curriculum:

  • Edúcate a ti mismo. Muestra interés. Hay más de 300 compositores y músicos negros, tanto vivos como fallecidos. Tu objetivo es hacer tu propia investigación.

  • Una vez que te hayas educado, ponte la meta de resaltar los trabajos de estos músicos. Llama a tu estación de radio de música clásica local y pide que más música de compositores y músicos negros sea escuchada. Comparte la información con tus colegas, en tu blog, tu podcast, anima a tus alumnos a investigar sobre estos músicos. Crea un proyecto en el que tú y tus alumnos puedan investigar juntos. Comienza con una pregunta simple como, ¿Que compositores y músicos negros estaban vivos durante el tiempo de Mozart, Beethoven, o Brahms? Google es tu amigo. La belleza de la investigación de la historia es que puede llevarte a través de muchos caminos asombrosos de descubrimiento. Hazlo divertido para tus alumnos.

  • Conoce más músicos clásicos negros. Crear relaciones abre un campo fértil para buenas conversaciones y oportunidades para el crecimiento personal y el desarrollo. Es también una gran oportunidad para ganar un rico conocimiento al que probablemente no tuviste acceso antes.

  • Si eres un miembro de una orquesta sinfónica, director artístico, bibliotecario orquestal, gerente de personal o miembro de una junta directiva, acércate al director o al comité de músicos y ofréceles recomendaciones del repertorio que resalten a los compositores clásicos negros, e inviten a artistas solistas negros para aparecer en sus programas. Como un gran ejemplo de programación diversa revisen the Fall 2019 season of Music at the Gardner: https://www.gardnermuseum.org/sites/default/files/uploads/files/2019FallMusicCalendar.pdf

  • En el lugar en el que compras tus partituras, solicita repertorio de compositores negros. Compra grabaciones realizadas por artistas solistas negros. Podría continuar indefinidamente, pero el punto principal que estoy intentando hacer es que tomará esfuerzo e intencionalidad el integrar la música de compositores negros en nuestra comunidad, y no sucederá por defecto.

No fue hasta los últimos años del colegio que se me ocurrió investigar a los compositores y músicos clásicos afro descendientes. Eso es aproximadamente 15 años de mi vida en los que ningún profesor o director de la sinfónica juvenil se tomó el tiempo de brindarme esa información. O exponer a otros alumnos, blancos o negros, a dicha información. Al mismo tiempo, uno no sabe lo que uno no sabe. El primer compositor que encontré fue William Grant Still. Yo interpreté su Suite para Violín y Piano en uno de mis recitales. Ese sentimiento de tocar una pieza de un hombre que era una parte integral del Renacimiento de Harlem, que asistió al Conservatorio Oberlin así como al Conservatorio New England, me dio un sentido profundo de logro. Disfruto con Beethoven, Mozart y Tchaikovsky como la mayoría de personas en este campo, sin embargo mi visión ha sido enriquecida y ampliada por medio de la investigación y el estudio de las vidas de los compositores y músicos clásicos negros. Ahora puedo apoyarme en sus hombros gracias al hermoso pero racialmente tumultuoso camino que me abrieron. Su fuerza y coraje me inspiran, me alientan.

[Cita extraída]

Fuimos creados para importar, para pertenecer, para sentirnos parte de algo que es mayor que nosotros mismos.

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